jueves, 26 de julio de 2018

LA TRABAJADORA de Elvira Navarro

Se trata de la tercera novela de la escritora onubense Elvira Navarro, que indaga en la patología mental sin desligarla del contexto social en el que se produce.

La obra se divide en tres partes, en una primera se narran las confesiones de Susana, en primera persona, entre las que Elisa se asoma de vez en cuando para explicar algunas de sus impresiones sobre la propia historia y sobre Susana.

En una segunda parte se explica el contexto en el que nos hallamos, y en el que se encuadra esta primera confesión.  Elisa, la protagonista, es una traductora que malvive de sus trabajos como “falsa autónoma” para un gran grupo editorial. Su empresa retrasa los pagos durante meses, y le hace encargos que no son nada llamativos, y que le obligan a pasar muchas horas delante del ordenador. Ella confiesa que su vida transcurre delante del ordenador, entre traducción y visita a redes sociales para fisgonear cómo es la vida de otras personas, por lo que siente que pierde a menudo el tiempo, y que no es capaz de organizarse (algo que le relatará a su psiquiatra). Su vida, aparentemente normal, se consigue gracias a la medicación que su médico le prescribe: litio, serotonina y noradrenalina  hacen que se aleje el monstruo, y que pueda normalizar esa precariedad laboral combinándola con paseos por el barrio de Aluche, en Madrid, y conversaciones tenues frente a un café vespertino en el piso. El sueldo que gana apenas le da para pagar el alquiler, por lo que tiene que compartir el piso con Susana, su inquilina, que aparece como una enigmática compañera de piso, silenciosa y reservada, que se dedica a hacer mapas de barrios madrileños pegando miniaturas en los mismos, y que solo de vez en cuando deja caer alguna pincelada de su pasado y su presente. Todo esto le lleva a Elisa a fantasear e inventar una vida de Susana, a escribir sobre ella y crear ficciones, que siempre entrañan patologías que, de alguna manera, dejan de serlo en ese discurso literario.



En una tercera parte se plantea un cierre, un después de que Susana deje el piso de Aluche y ella comparta piso con otra persona -no consigue en ningún momento una estabilidad económica que le permita vivir sola-, y que dejará un resquicio de la puerta abierto, para continuar con nuevas patologías.

La novela está  escrita en primera persona, a modo de diario. Lo singular de la narración es que la protagonista comienza introduciendo una historia que le contó Susana, su compañera de piso, y esta historia también es narrada en primera persona, con lo que se da un desdoble de protagonistas a lo largo de la novela; Susana cobrará mayor importancia que la propia Elisa. También aparecen diálogos con su psiquiatra, en estilo directo, conectados con los escritos que Elisa compone para su médico, en los que racionaliza las ideas que que pasan por su cabeza, y plantea posibles soluciones,  para “normalizar la medicación” en su vida.


Se trata de una novela muy original tanto en la forma como en el contenido, sentir la patologización del ser humano en un contexto determinado, estableciendo unos vínculos directos con el tipo de sociedad en que vivimos, con la precariedad laboral y la necesidad de encajar y no salirte del tiesto, incluso si las condiciones que te rodean no son las que deseas. La narración es ágil y sencilla, pero dotada de gran originalidad al combinar trazos distintos de historias, para conformar una especie de colcha con retales de distinto tipo. Una obra realista, recomendable lectura para no olvidar dónde estamos y quiénes somos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario