miércoles, 5 de mayo de 2010

EL TRAGALUZ de Buero Vallejo

Y seguimos con teatro... ahora toca Buero Vallejo, considerado por muchos críticos como la más alta representación del teatro de posguerra español. Yo creo que A.Sastre ha sido maltratado por la crítica y que, en cambio, Vallejo se ha llevado los elogios... De cualquier forma la obra El tragaluz merece nuestra máxima admiración.

Todo comienza con la voz de dos personajes anónimos, a los que se refiere como "él" y "ella", que nos van a contar una historia acaecida bastante tiempo atrás, a mediados del siglo XX, -por tanto, sitúan el presente en un avanzado siglo XXI-. Hablan de ella como el "experimento" con lo que aportan a la obra un cariz de ciencia ficción. Los investigadores irrumpen en la trama hasta ocho veces, actuando como narradores y comentaristas de la historia principal, permitiendo así ese "distanciamiento" que propugnaba Bertorl Brecht para permitir una visualización objetiva y externa de la trama, además de jugar con el "teatro dentro del teatro".

La trama principal trata sobre una familia que habita en un bajo y observa la vida pasar a través de un tragaluz, el cual se asemeja a un tren, o eso piensa el padre. Este equívoco, intencionado, refleja el trauma familiar acontecido muchos años antes, en plena posguerra; la familia iba a coger un tren en busca de una vida mejor pero sólo Vicente, uno de los hijos, subió al vagón. La sirena del tren sonaba y Vicente contemplaba a la familia en el andén, mientras el padre le gritaba que se bajara, pero no bajó y se llevó consigo todo el dinero y el alimento que poseían. La hija menor, recién nacida, murió pocas horas después de inanición, lo que causa un enorme dolor a la familia. Ahora Vicente es una persona acaudalada que, tras muchos años lejos, ha vuelto para ayudar a la familia a seguir adelante. Pero su hermano Mario no se deja "ayudar", todo el rencor sigue palpitante dentro de él, ¿realmente Vicente no pudo bajar del tren, o no quiso? La relación entre Vicente y Mario está marcada por el recelo, como si se tratase de Caín y Abel.

Como no podía ser de otra manera, la historia dará fin de forma trágica, sin lograr la catarsis o purificación de los personajes, ni mucho menos... Pese a conseguir lo que, de alguna manera se deseaba y restablecer la "justicia" a Mario lo perseguirán los remordimientos de conciencia, como así lo señalan sus últimas palabras: "¿Quién soy? ¿Quién ha sido víctima de quién? Ya nunca lo sabré... nunca". Esta obra plasma perfectamente la angustia vital que se respiraba en la España a finales de los sesenta -la obra se estrenó en 1974- y también deja vislumbrar una crítica social que, sin embargo, pudo sortear la censura.

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