martes, 6 de abril de 2010

LOS SANTOS INOCENTES de Miguel Delibes


Recordando al recién fallecido Miguel Delibes me he dispuesto a releer algunas de sus obras más sobresalientes. Cabe destacar: El Camino, La sombra del ciprés es alargada, El Príncipe destronado, Mujer de rojo sobre fondo gris, El hereje... Sin embargo, entre su bibliografía debo señalar que la obra que más me marcó fue Los santos inocentes, escrita en 1981. La crudeza y el realismo en el comportamiento de los personajes hace estremecer al lector en todas sus páginas, se siente la pobreza de la posguerra e incluso se percibe el mal olor -las manos orinadas de Azarías, que se mea sobre ellas para que no se agrieten-, se escuchan los gritos de la Niña Chica por las noches, y se siente el dolor en la rodilla de Paco el Bajo tras caer del árbol. Se podría definir la novela como "sensorial"; todos los sentidos se van aguzando a medida que va desarrollándose la trama.

Desde un punto de vista formal nos llama la atención la ausencia de puntos y seguidos, rayas para marcar los diálogos, división de párrafos... en cada uno de los "libros" que conforman la novela. El autor señala con este "descuido formal" la coloquialidad, la espontaneidad en los diálogos, que contrasta con descripciones literarias cargadas de adjetivación y de símiles. Los cuatro primeros capítulos, denominados "libros" por Delibes, se dedican a algunos de los personajes: Azarías, Paco El bajo, La Milana o Paco. Los dos últimos se caracterizan por mayor dinamismo y narración, se desarrolla la parte más relevante de la trama, en la que ya se anticipa el drama desde el título ("El accidente" y "El crimen").

Lo más llamativo de esta novelita es la cercanía y cotidianeidad de los hechos narrados. El lector se identifica con la familia de Paco, el Bajo, la Régula y Azarías, y poco a poco va aumentando su odio hacia el "señorito" y su estrecha y egoísta visión del mundo. El señorito Iván sólo es capaz de mostrar preocupación por la caza, trata a sus sirvientes como animales -lo cual se evidencia en los diálogos que tendrán lugar en la casona, mientras "la Nieves" les sirve la comida-, y se decida a llamar a todo aquél que le rodea "maricón".

Se trata de una obra breve pero directa, que no deja indiferente a nadie, y que retrata con minuciosidad las penurias y mentalidad de la España rural de la posguerra. En conclusión, podemos resumir la trama de Los Santos Inocentes en una única e intensa expresión: "Milana bonita".

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