jueves, 17 de noviembre de 2011

Las partículas elementales de MICHEL HOULLEBECQ


Esta novela, publicada en 1998, es la segunda obra de Michel Houllebecq, después de Ampliación del campo de batalla (1994). Ha sido galardonada con multitud de premios y considerada la mejor novela francesa del año 1998 por la revista Lire.


La obra combina extractos de biología pura, experimentos científicos y análisis sociológicos con la biografía de dos hermanastros muy diferentes. Por una parte está Michel, un biólogo obsesionado con las aplicaciones filosóficas de la ciencia moderna a la vida actual, quien ha perdido su apetito sexual y que se conforma con vivir el día a día entre su casa y el supermercado. Por otra parte tenemos a Bruno: un profesor de literatura, un ser despreciado desde pequeño en el internado en el que estudia debido a su carácter retrotraído. Se trata de una persona fracasada, con una vida basada en una búsqueda de una vida sexual que satisfaga por completo las fantasías que su imaginación desbordante engendra a cada instante. Desea a todas las mujeres que lo rodean, aunque la mayoría de las veces debe conformarse con la masturbación.


A través de esta trama se aprecia una dura crítica a la generación sesentayochista, con multitud de extractos irónicos, como las descripciones del “Espacio de los Posible” donde veraneaban “cuarentones de izquierdas” -en palabras del propio Bruno- y se dedicaban a hacer actividades de creación y de relajación que para el protagonista carecen de sentido e interés. Él solo asiste para ver cuerpos desnudos y conseguir disfrutar del “amor libre” del que hablan. Houllebecq hace mofa de todo y le da la vuelta al discurso sesentayochista de la búsqueda de libertad, banalizándolo completamente.


La obra tiene muchos detalles autobiográficos, como ha ocurrido ya en otras de sus novelas, ya que el propio autor fue criado por su abuela después del divorcio y abandono de sus padres. Las páginas están plagadas de desasosiego y de una crítica a la sociedad occidental actual, donde la muerte se muestra como la única solución para dar fin a los problemas de los personajes. Aunque algunos fragmentos resultan bastantes complejos -al menos yo me he perdido en las disquisiciones filosóficas y biológicas- resulta una lectura interesante cargada de un humor ácido hacia todo lo que nos rodea.

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