Icia es una chica de casi cuarenta años. Vive y trabaja en Madrid pero un día, su jefa y a la que ella consideraba su gran amiga, la despide del trabajo. Acaba con su vida laboral en Madrid, y con su relación sentimental con X. Deja todo atrás, y decide cambiar radicalmente su estilo de vida, abandona la capital y vuelve a su tierra, a León, y más en concreto a su pueblo natal, la Salgada. En la Salgada -nombre en clave para referirse a La Bañeza, o al menos así lo he entendido yo- quiere modernizar la bodega familiar, hacerse cargo de las viñas de uva de prieto picudo, y hacer un vino cuidado, ecológico, con mimo. Para ello, se enfrentará a varios paisanos que le reprocharán que ella no entiende de vinos ni de bodegas, y que no sabe cómo se hacen las cosas.
Esta vuelta a sus raíces y a su vida familiar supondrá, en cierta manera, una reconciliación con su excéntrica familia. Su madre, ginecóloga y amante de las aves, es una mujer que nunca ha sabido mimar a sus hijos y siempre les ha tratado con distancia y con frialdad; su padre, también médico, es hombre metódico, del que se siente un poco más cercana, aunque tampoco llega a entender por qué actúa como lo hace, o su hermana Camino, la perfecta esposa e hija, que siempre sabe cómo actuar y cómo comportarse en sociedad. Pero sobre todos ellos se encuentra la figura de su idolatrado hermano Flavio, desaparecido hace ocho años después de sumergirse en el mundo de las drogas, y quien algunos creen que ha muerto. Pero Icia y su abuela Rafaela, a quien acusan de ser una "brujilla", tienen claro que Flavio sigue vivo, y Rafaela le encomienda a Icia que lo salve y lo haga volver.
El leitmotiv de la novela será la falta de fertilidad, tanto de la protagonista como de las tierras paramesas, de tal manera que las dos acciones se van sucediendo de forma paralela. Icia ha intentado ser madre en dos ocasiones, madre junto a X (no nos desvelan su nombre, probablemente porque la protagonista ya ha pasado página y no quiere recordarlo, ni plantearse qué sentía hacia ese hombre casado, que no fue capaz de romper con su anterior familia y comprometerse con ella y con su proyecto vital). Se siente vacía al no haber sido capaz de concluir ninguno de sus dos embarazos. Y ahora, su proyecto es el de crear un buen vino, alimentar la tierra y las cepas para que se formen unas uvas dulces, tiernas, con la textura perfecta para dar a luz un buen vino, un vino con carácter y con alma. En eso centrará toda su energía, mientras conoce a Damián, un viticultor con quien tendrá una relación violenta y agresiva, que de alguna manera la alentará para continuar lograr su objetivo.
Una historia nada convencional que nos acerca a lo más profundo de la tierra paramesa de León, a las costumbres ancestrales y a la cultura del vino, uniendo lo tradicional con las nuevas ideas, entendiendo lo rural en toda la amplitud del concepto, sin idealización pero reivindicando la importancia de volver a las raíces y de encontrarse cerca de los que te vieron nacer y crecer.
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