domingo, 1 de octubre de 2017

LA TIERRA DE LAS PAPAS de Paloma Bordons

"María, ¿qué te parecería si nos fuésemos a vivir un tiempo al extranjero? (...) Vamos a ir a Bolivia"
Y a María se le cae su mundo a los pies; su colegio, su amiga Bea, sus amigos... en resumen, su Madrid queda atrás, detrás de un océano enorme, detrás del monte Illimani. Y se instala junto a Tijeras, su padre, en la ciudad de La Paz.

Así comienza la historia, que nos narra una joven de 16 años en primera persona. María nos cuenta sus vivencias en la ciudad de La Paz, donde vive en un 22º piso del altiplano, desde el que observa las casitas de El Alto cada noche, a lo que llama "el Belén", casas que, al atardecer, encienden unas pálidas lucecitas que se van a lo lejos. En esta zona de la ciudad, conocida como El Alto porque es la zona más elevada de la localidad, vive la población más pobre de La Paz, indígenas la mayoría, entre las que se encuentra Casilda. Casilda es la "chola" que ayuda en casa a Tijeras y a María, y de la que se hará poco a poco amiga. Casilda le enseña cómo cocinar "sajta", cómo manejarse por las calles de La Paz cogiendo el trufi (el autobús) y haciéndose respetar entre el tráfico caótico, y en el mercado le enseñará la inmensa variedad de patatas que existe: el chuño, la tunta, o la imilla, entre otras. Junto a Casilda va al cementerio, y reza a Omar, el primo pequeño de la cholita el 1 de noviembre, conociendo así las costumbres funerarias de Bolivia:

" El resiri se acercó a una especie de altar hecho sobre cajas de fruta, adornado con velas, flores, papeles de colores y una tarjeta postal de un paisaje nevado (...) En el centro del altar había un pan con forma de cruz, y alrededor otros que imitaban animales, muñecas, escaleras, y no sé cuántas cosas más. También había platos de arroz con leche y de un guiso amarillento, y un botellón de coca-cola. Ese era el festín que habían preparado para el alma del niño muerto.
- ¿Por quién he de rezar? - preguntó el resiri.
- Por el alma bendita del niño Omar Mamani, tatitu -respondió la tía de Casilda.

El viejo soltó entre dientes un batiburrillo en castellano, aimara y latín del que solo entendí el "amén" del final. Seguro que "arriba" hizo falta la ayuda de toda la corte celestial para interpretar aquella oración". (...)
Al rato llegó otro resiri , rezó y comió. Luego llegó otro, rezó y comió... Y así hasta que entre los resiris y los invitados a la fiesta acabaron con la comida del altar."




Además, María se da cuenta de los prejuicios que tenemos, la superioridad que los occidentales sentimos frente a los indígenas y aimaras, y poco a poco se va sintiendo más cercana de la Pachamama, a la que tanto respetan los bolivianos.

La historia es contada a través de la mirada de María, pero de vez en cuando la voz de Casilda también se dejará escuchar en primera persona, y se mezclarán las cartas que la protagonista envía a su amiga Bea contando "lo mal que le van las cosas, y lo poco que le gusta este país".

Con una narrativa sencilla, ágil y con pequeñas pinceladas de humor unidas a la crítica, Palomo Bordons nos aproxima la cultura boliviana, haciéndonos entender lo diversa que es la cultura e historia hispanoamericana. Creo que es un libro muy interesante para conocer léxico aimara, despertar el interés por conocer otros países y otras culturas, y abrir un poco nuestra mente.

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