domingo, 18 de septiembre de 2022

DONDE APRENDEN A VOLAR LAS GAVIOTAS de Ana Alcolea

 -Vamos a subir por este camino- ordenó Brigita, que se había puesto un jersey de punto-. Voy a llevaros a un lugar muy especial.

- ¿Es muy descarpado?- preguntó Erik

- No, no demasiado, ¿por qué?, ¿acaso Arturo tampoco es buen senderista? (...)

Por fin, lo vimos. A lo lejos, cerca del sol, que empezaba ya a acercarse al mar. Le pregunté por el farero. Brigita nos dijo que ya no había fareo, que ahora era todo eléctrico, pero que había años lo hubo. (...) Volví a mirar el suelo, del que de crez en cuando emanaba el extraño aroma de la flor.

- ¿Qué es esto?- pregunté cuando vi lo que parecían restos de un picnic de cangrejos blancos.

- ¿No os he dicho que os iba a llevar al lugar donde aprenden a volar las gaviotas? Ya hemos llegado. Estos son los huesos y el pico de una gaviota joven que no supo volar- explicó Brigita.

- ¿Quieres decir que se caen cuando aprenden?- preguntó Karin, que era muy susceptible al tema de las caídas. (...)

- Sí, me temo que sí. Se lanzan desde allá arriba -y señaló la parte alta de la colina-. Vienen con sus padres. Eligen días con viento suave, así aprovechan las corrientes, pero los vientos pueden cambiar rápidamente, y las crías no tienen la destreza suficiente. Muchas pierden el ritmo, la coordinación entre el aleteo y las corrientes del aire. Se despeñan y mueren (...)

- Los huesos de esta gaviota dicen que para vivir hay que arriesgarse - contestó Brigita-. La vida es aprender, estamos aquí para esto, como las gaviotas. Vivir es peligroso, es cierto. Pero un pájaro no puede quedarse eternamente en su nido, tiene que volar; si no, no sería un pájaro. Además, se moriría de hambre.

 


 


Con este fragmento del capítulo 20, que se titula de la misma manera que la novela de Ana Alcolea, comienzo la reseña literaria todavía sobrecogida al leer las últimas páginas de esta novela. Realmente, la historia que encierra esta obra es conmovedora. Todo comienza cuando Arturo - el protagonista de la obra, que se llama igual que el rey Arturo- viaja a Noruega un verano, obligado por sus padres, para aprender a hablar inglés. Al principio él está contrariado, no hay peor plan veraniego que este, y se instala en la casa de Inger y de su marido bastante huraño y receloso. Allí conocerá a Erik, el hijo de este matrimonio. Desde el principio Erik y Arturo hacen buenas migas, se mueven en bicicleta por los alrededores, van a la cabaña familiar de la montaña, e incluso conoce a Karin, la mejor amiga de Erik. Una tarde, descubren que la orientación de la casa en la que viven es distinta al resto de las casas del barrio, y ello se debe a que bajo el jardín se ubica un campo de concentración nazi de la Segunda Guerra Mundial. Este descubrimiento, unido a la aparición de una caja de metal, será el comienzo de una gran aventura que los transportará hasta el norte de Noruega, donde además de los secretos familiares, Arturo conocerá a su primer amor. 

Además de narrarnos una historia entretenida y cercana a nuestro alumnado. Por una parte, leemos las reflexiones de Arturo, que son sinceras y divertidas -cómo nota el choque cultural entre España y Noruega, su dificultad para manejarse con el inglés, cómo se siente en un país en el que en verano nunca se pone el sol... Por otra parte, la trama nos acerca a la segunda guerra mundial a través de la narración epistolar entre una mujer noruega y un soldado alemán.

Excelente novela que mantiene la intriga durante toda la trama y que, además de entretener, nos hace reflexionar sobre nuestra historia,  sobre la violencia y el amor. La recomiendo para el alumnado del primer ciclo de la ESO, aunque creo que también podría gustarle a los/as alumnos de 3º y 4º de ESO.

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