lunes, 24 de mayo de 2010

MI PLANTA DE NARANJA-LIMA de Jose Mauro de Vasconcelos


Mi planta de naranja-lima o, en su título en portugués, O meu pé de laranja-lima, es una de las novelas del escritor brasileño Jose Mauro de Vasconcelos. Escrita en 1968 encabezó la lista de best-sellers y fue editada once veces ese mismo año.

La historia habla de un niño de cinco años, Zezé, dotado de una gran inteligencia y picardía quien, un día, descubre el dolor y se hace adulto precozmente. Como señala el traductor Maydee M. Jofre Barroso en el prólogo de la novela "Esta obra ha sido valorada por el público y por la crítica (...) Puede que sea por el olor a naturaleza que se agita en sus páginas, como una de esas culebras con las que muchas veces debió de luchar durante sus aventuras en la selva. O puede que sea por ese lirismo que en algunas ocasiones viste sus temas; por la simplicidad de las formas literarias adoptadas ; la presencia del paisaje lujuriante que, de pronto, estalla con toda la gama de sus colores y de sus olores o de sus ruidos; o por su intención de llegar fácilmente y con toda su carga emotiva al corazón del lector".

Realmente la trama, cargada de lirismo, atrapa al lector -debo confesar que se me han escapado las lágrimas durante mi lectura-. Zezé, a pesar de su edad, es capaz de entender todo lo que le rodea: el sufrimiento de su padre al no encontrar trabajo, el cansancio de su madre, que pasa el día entero trabajando en una fábrica, el vacío del jarrón de su maestra, a quien nunca nadie regala una flor, etc. Zezé posee una enorme imaginación, y todo lo que va viviendo se lo cuenta a Minguito, su planta de naranja-lima.Conoce a Portuga, su verdadero "aliado" y al que convertirá, de forma simbólica, en su padre. La vida para Zezé no es sencilla; le gusta mucho hacer travesuras, el niño-demonio que de vez en cuando aparece en su interior le invita a meterse en líos, por lo que sufre reiteradas palizas de sus familiares. Zezé necesita a alguien "por quien comportarse bien", alguien que le demuestre que él es importante, pero cuando lo encuentra por fin, parece que el mundo, una vez más, le da la espalda...

La obra concluye con una "confesión final" en la que en primera persona el autor -no sabemos si de forma ficcional o realista-, a sus cuarenta y ocho años, agradece a Portuga haberle enseñado la ternura de la vida, palabra que, una vez que aprendió Zezé no dejó de utilizar porque "la vida sin ternura no vale gran cosa"

miércoles, 5 de mayo de 2010

EL TRAGALUZ de Buero Vallejo

Y seguimos con teatro... ahora toca Buero Vallejo, considerado por muchos críticos como la más alta representación del teatro de posguerra español. Yo creo que A.Sastre ha sido maltratado por la crítica y que, en cambio, Vallejo se ha llevado los elogios... De cualquier forma la obra El tragaluz merece nuestra máxima admiración.

Todo comienza con la voz de dos personajes anónimos, a los que se refiere como "él" y "ella", que nos van a contar una historia acaecida bastante tiempo atrás, a mediados del siglo XX, -por tanto, sitúan el presente en un avanzado siglo XXI-. Hablan de ella como el "experimento" con lo que aportan a la obra un cariz de ciencia ficción. Los investigadores irrumpen en la trama hasta ocho veces, actuando como narradores y comentaristas de la historia principal, permitiendo así ese "distanciamiento" que propugnaba Bertorl Brecht para permitir una visualización objetiva y externa de la trama, además de jugar con el "teatro dentro del teatro".

La trama principal trata sobre una familia que habita en un bajo y observa la vida pasar a través de un tragaluz, el cual se asemeja a un tren, o eso piensa el padre. Este equívoco, intencionado, refleja el trauma familiar acontecido muchos años antes, en plena posguerra; la familia iba a coger un tren en busca de una vida mejor pero sólo Vicente, uno de los hijos, subió al vagón. La sirena del tren sonaba y Vicente contemplaba a la familia en el andén, mientras el padre le gritaba que se bajara, pero no bajó y se llevó consigo todo el dinero y el alimento que poseían. La hija menor, recién nacida, murió pocas horas después de inanición, lo que causa un enorme dolor a la familia. Ahora Vicente es una persona acaudalada que, tras muchos años lejos, ha vuelto para ayudar a la familia a seguir adelante. Pero su hermano Mario no se deja "ayudar", todo el rencor sigue palpitante dentro de él, ¿realmente Vicente no pudo bajar del tren, o no quiso? La relación entre Vicente y Mario está marcada por el recelo, como si se tratase de Caín y Abel.

Como no podía ser de otra manera, la historia dará fin de forma trágica, sin lograr la catarsis o purificación de los personajes, ni mucho menos... Pese a conseguir lo que, de alguna manera se deseaba y restablecer la "justicia" a Mario lo perseguirán los remordimientos de conciencia, como así lo señalan sus últimas palabras: "¿Quién soy? ¿Quién ha sido víctima de quién? Ya nunca lo sabré... nunca". Esta obra plasma perfectamente la angustia vital que se respiraba en la España a finales de los sesenta -la obra se estrenó en 1974- y también deja vislumbrar una crítica social que, sin embargo, pudo sortear la censura.