viernes, 26 de febrero de 2010

EL PAÍS DEL MIEDO de Isaac Rosa

Se trata de una novela del escritor sevillano Isaac Rosa, quien ya nos sorprendió en 2004 con El vano ayer o, previamente, con La malamemoria (1999), novelas que han marcado un hito en la narrativa española actual. Leer esta obra y sentir ansiedad y una leve angustia es inevitable. En sus páginas se va describiendo cómo es "el país del miedo", cuáles son los temores que invaden a la población actual a través la historia de Carlos, un hombre de clase media que vive con el temor pegado a su piel. Siente desasosiego por la posibilidad de ser asaltado, de que entren en su casa mientras duerme, de que rapten a su hijo; pero también teme la agresividad de sus vecinos, a los adolescentes violentos, a los pobres, a los extraños... cualquier sorpresa puede estar acechando detrás de la esquina. Un día, su hijo Pablo sufre un incidente en el instituto, es acosado por un compañero quien le pedirá dinero y objetos, por lo que Pablo comienza a realizar pequeños hurtos en su casa. Este asunto, que podría ser solventado fácilmente, día a día se va recrudeciendo debido a las actuaciones temerosas de Carlos y el juego sucio que le provocan su mente y sus sempiternas cavilaciones. El autor entremezcla esta trama con distintos documentos en los que se describe toda la propaganda anunciadora de alarmas, puertas blindadas, precauciones recomendadas en los ministerios a la hora de hacer un viaje a un país considerado "peligroso", todos los actos preventivos que llevamos a cabo en nuestra vida cotidiana, así como el peso de la ficción literaria y cinematográfica y los medios de comunicación en la creación y mantenencia de este tipo de temores. Sin embargo no nos cuestionamos si quiera que vivimos en una sociedad cada día más desigual e individualista, y que las cámaras de vigilancia, las verjas y los guardas de seguridad nunca podrán protegernos mientras no logremos una igualdad social. Además de tratarse de una historia muy bien diseñada, la novela hace reflexionar al lector sobre esta histeria colectiva, este pavor que ha conquistado nuestro país hasta convertirlo en "el país del miedo".

sábado, 6 de febrero de 2010

EL AULA DESIERTA de Concha Fernández Martorell


Se trata de un ensayo muy personal de la escritora y profesora de filosofía catalana Concha Fernández Martorell. El libro reflexiona sobre la educación pública en el estado español en los veinticinco años que la autora lleva ejerciendo de docente. Concha señala cómo las continuas reformas educativas, a pesar de haber lanzado unos discursos en pos de una educación equitativa para todos y hasta los 16 años, ha logrado mayor fracaso escolar y ha ido degradando y dificultando la labor del docente. La inserción del mercado en el aula, el tratamiento del centro educativo como una empresa, hablando de competencias, haciendo competir a unos centros con otros, creando pruebas para calificar la valía de los alumnos de los IES según esos resultados -omitiendo toda la realidad social que rodea al instituto- ha perjudicado gravemente el objetivo que supuestamente se persigue: ofrecer una buena educación a todos los jóvenes. A esto se suma la intervención de los medios de comunicación, con análisis superficiales y alarmantes, saliendo siempre malparados los centros públicos y espantando a los padres para que lleven a sus hijos a los concertados o privados. La filósofa se queja de la supresión de contenidos con cada nueva reforma educativa, llenándo las clases de "valores" en abstracto, de palabras vacías: "hacer de la escuela una utopía, un no lugar, significa vaciar el contenido crítico que aportan los conocimiento reales, para evitar que pueda convertirse en un verdadero lugar de resistencia (...) ¡la juventud ha perdido los valores! se suele decir (...) pero los jóvenes son lo que la sociedad quiere que sean; ni han perdido nada, ni antes fueron otra cosa".

"El espacio educativo tiene que resolver todos los problemas que provoca la sociedad fuera de la escuela (...)" La agresividad y violencia que caracteriza a nuestra sociedad llega también al aula, claro está, y la escuela debe integrar a ciertos alumnos conflictivos; "el cinismo pedagógico ofrece al profesor, como herramienta innovadora, programas llenos de normas y valores para domesticar su rebeldía (...) como si la marginalidad y la pobreza se resolvieran concediendo una dosis menor de matemáticas, es decir, aumentando su desprotección".

"En los últimos 15 años la desigualdad entre escuelas se ha acentuado porque los recursos han sido otorgados a todos por igual" sin tener en cuenta las características socio-económicas del entorno en el que se halla el centro.

"La economía tiene libertad absoluta para convertir cualquier aspecto de la vida humana en mercancía, y la educación tiene que combatir todos sus excesos con la débil fuerza de la prudencia. Como contrapartida, cuando la enseñanza ha conseguido despertar la imaginación y la elocuencia en las mentes más brillantes, los alumnos sólo podrán desarrollar su talento al servicio de la economía productiva, poniendo en marcha nuevas formas de consumo, complicadas estrategias de ingeniería financiera o banales ocurrencias publicitarias, cuyas consecuencias nocivas tendrán que ser resultas otra vez en la escuela".

Frente a esta visión tan cruda de la situación escolar, la autora ofrece una visión positica de las ganas de trabajar y los logros obtenidos con sus alumnos/as; entre los textos inserta imágenes creadas por ellos/as, en los que estos reflexionan y relacionan la filosofía con el arte y la literatura, crean y dejan su huella plasmada en las paredes del IES Mediterrànea del Masnou (Barcelona), señalando con ello lo mucho que se puede lograr en un instituto, cómo hay que lograr que el alumno relacione las materias y cree una visión del mundo donde la filosofía, la historia, el arte cobren sentido para él/ella mismo. Para demostrar lo que debe lograr la educación cita a María Zambrano: "nadie enseña a nadie si ese no es activo en el conocimiento". La portada del libro nos da buena muestra de ello; se trata de un mural colorido realizado por sus alumnos de filosofía: ahí reside el objetivo de la educación, en ir poblando esa "aula desierta" que da título a la obra.